Paseando por allí, llego a un twitt que hablaba de una maleta confundida en un aeropuerto y, de curiosa, me meto de lleno en la historia de la maleta de Carlos Baute que Alberto Benbunan cuenta magistralmente en su blog.
Y recordando las veces en que me he sentido abandonada por la compañía aérea que me había transportado, depositándome en el aeropuerto de destino y ya… me puse a escribir un post para Diario del Viajero que aquí reproduzco.
¿Cuántas veces has sentido que la compañía aérea que te transporta no te atiende bien? No te escucha, no se preocupa por darte ese plus de atención que todos esperamos. El caso de €œla maleta de Carlos Baute€ nos lleva a la conclusión de que la buena voluntad del pasajero suple las deficiencias del servicio.
La resignación a recibir lo mínimo nos lleva a pensar que, con que nos trasladen y lleguemos a destino mas o menos en tiempo y forma, es suficiente. Y no lo es. Como no lo es cuando debemos esperar que la empleada deje de hablar por el móvil para dignarse indicarnos dónde está tal cosa (porque ya sabemos que no se esforzará en traérnosla).
La anécdota de €œla maleta de Carlos Baute€ es simple y no me detendré a relatarla en detalle aquí porque uno de sus protagonistas lo hace magníficamente y te dejamos el enlace para que lo leas: No si mi internet. Se trata de uno de esos malentendidos que suelen ocurrir con las cintas de equipaje, las maletas parecidas y la desidia del personal de la compañía aérea.
Ante el caso de una maleta extraviada, o confundida, el personal se limita a lo obvio: espere, llene el impreso, espere, aguante. Debemos ser nosotros quienes tomemos la iniciativa para reencontrarnos con lo nuestro, para obtener una reparación, porque cuando se produce un error, ya dejamos de ser atractivos clientes para transformarnos en un problema.
En este caso, el aliado para poner en marcha la cadena de acciones personales que solucionaran una pequeña confusión (pero que podría haber sido un problema realmente mayor), fue Internet. Una búsqueda en Google y un twitt dió por resultado el reencuentro de cada dueño con su maleta.
Se dieron las circunstancias para que ello pudiera suceder porque uno de los afectados llegó a €œespiar€ parte del nombre de quien podría tener su maleta (porque la compañía se negaba a darle datos). Recordemos que las empresas aéreas, junto con el nombre de la lista de pasajeros, cuentan con un contacto de cada uno de ellos ya sea por teléfono o mail. Con lo que con una llamada en el momento hubiera bastado (o un correo electrónico).
Luego fue Google quien le dijo a este pasajero con la maleta cambiada, que quien se había llevado la suya podría ser alguien €œfamoso€ y de allí hubo poca distancia hasta su cuenta Twitter. Y ¡voilí !
Una vez mas, la buena voluntad personal, y en este caso Internet y las redes sociales, hicieron el trabajo que la compañía aérea no estaba dispuesta a hacer por sus pasajeros.
Gracias a Alberto por darme la oportunidad de “sacar” todo ésto.
El post original está en Diario del Viajero
Foto | Shutterstock
3 Comentarios
Me acaba de pasar lo mismo: alguien se llevú mi maleta del aerpuerto de Barcelona y dejó una idéntica en su lugar. Lo increible es que la lÃnea aérea tiene el nombre del pasajero, pero segú ellos, ningún otro dato de contacto… ¿Es eso posible? ¿Y si hubiese un accidente? a mi me pidieron información personal al comprar el boleto, pero de este señor, que sé que se llama Juan Cóndor, nada de nada…
Sigo esperando y tratando de contactar a varios Juanes, algunos de los cuales amablemente me responden que no son quien busco…
¿Alguna sugerencia? Gracias por el espacio de desahogo.
Se me ocurre hacer un llamamiento por las redes sociales. Por ej en Twitter: El dia xxxxx el señor Juan Condor retiro por error mi maleta del vuelo xxxx en el aeropuerto BCN. Yo tengo la suya. Fvr contactar con xxxx RT pls. Si no tienes cuenta en Twitter, pasame los datos y yo lo empiezo, a ver si hay suerte. Facebook? Lo has buscado alli?
Gracias a ti por hacerte eco de mi post y por publicarlo en tu blog.
Saludos,
A!