Acabo de llegar de un viaje inolvidable. Tuve la suerte de recorrer una de las regiones mas enigmáticas del mundo: la Laponia, en Suecia.
Allí me alojé la primer y última noche en el hotel Stifsgarden. Aquí va la descripción del mismo que acabo de subir a Minube, y luego agrego algún detalle mas.
La ciudad de Skelleftea es la puerta de Laponia porque hasta allí llegan vuelos de los países nórdicos y el resto de Europa para internarse en el terrorio norte del pais. Allí paré en un hotel con una estructura particular: son varios edificios alrededor de una “plaza” que vistos desde fuera no parecen una misma empresa sino simplementes construcciones de viviendas.
Se ubica a 10 minutos del centro y hay bicicletas para llegar atravesando un barrio de casas típicas.
Un edificio principal, bajo, cuadrangular con un patio y jardín interior donde se ubica la recepción (cierra por la noche), salones de reuniones, sauna y habitaciones.
Un edificio anexo, señorial, amarillo y de dos plantas que fuera una antigua casona privada, que oficia de centro gastronómico del hotel: allí se sirve el desayuno, se realizan eventos y tiene un jardin que baja al río donde se hacen barbacoas.
También hay dos edificios anexos de oficinas, de madera, con las fachadas rojas y aberturas blancas como el edificio principal y una serie de garajes donde se guardan motonieves para el invierno, bicicleatas para el verano, y equipo deportivo variado.
Las habitaciones son simples pero muy prácticas (al estilo escandinavo).
Nada sobra, nada falta.
Camas individuales o matrimoniales con una excelente blanquería. Televisión (antigua pero suficiente) Acceso a internet gratuito Un detalle: no tienen teléfono en las habitaciones para comunicarse con recepción o al exterior.
Como dije, finalizado el horario laboral, el personal de recepción cierra y los huéspedes deben hacer uso de sus llaves para entrar al hotel por la noche. Por supuesto, no hay room service.
Los baños no incluyen ninguna amenity y son muy funcionales. No hay bañeras ni platos de ducha. Simplemente una cortina y es suficiente. Un detalle: hay un pequeño escurridor para secar el exceso de agua en las paredes una vez finalizada la ducha (recordemos que las construcciones son básicamente de madera).
Sin embargo, no extrañas ningún servicio. Son muy amables y el desayunador es encantador. Pura practicidad y estilo nórdico.
El hotel cuenta con una amplia entrada, como suele haber también en las casas, con un sector donde dejar todo el equipo necesario para moverse a temperaturas muy por debajo del cero, durante el invierno. Un lugar donde dejar las botas y un “guardarropas” con percheros para dejar los monos de nieve para que se sequen. Todo esto a un lado de la recepción.
El hotel se hunde casi un metro en la nieve durante el invierno y los caminos que unen los diversos edificios que lo componen, se pierden para el manto blanco. En este caso, por ser verano y aprovechar el día de luz durante las 24 horas, pudimos ver los jardines a pleno lleno de flores y los árboles rebosantes de hojas. Un espectáculo y muy recomendable.
3 Comentarios
Qué bonita es Laponia Sueca y que recuerdos me trae tu post. Con ganas de leer más.
Ah… y feliz cumpleaños compañera :D
Gracias, Pau! Si, un lugar hermoso y tan distinto en cada época del año. Habrá que volver para verla “vestida de blanco” :)
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