Si viajas a Laponia durante el verano europeo, debes prepararte para una jornada eterna y agotadora. El famoso Sol de medianoche es una experiencia encantadora, embriagadora por momentos ya que te olvidas que el tiempo sigue corriendo hasta que tu cuerpo no puede mas.
En esta época del año, el sol casi no se pone. Digamos, que desaparece del horizonte por un rato que puede ser un par de horas, pero la luz sigue allí, privándote de la percepción de “noche“. La falta de oscuridad es bastante mal soportada por los cuerpos “no suecos” por decirlo de alguna forma.
Hablamos de un día largo, muy largo en el que cabe todo. Desde el horario de trabajo normal (suelen estar en plena producción a las 8 de la mañana y hasta las 4 o 5 de la tarde), hasta paseos, compras, visitas y mas actividades después de la cena, hora en que teóricamente toca algo mas tranquilo y a dormir.
Cuando hablo de “actividades nocturnas” (o como se les pueda llamar), hablo de cosas como: asistir a un concierto de rock a plena luz del día que comienza a medianoche, ir a pescar, correr en lancha por la bahía, hacer rafting, salir a hacer una ruta de trekking de un par de horas (sin llevar lámparas ni nada). Después de la medianoche.
Y al final de toda la jornada, vuelves al hotel deseando derrumbarte en la cama, te asomas a la ventana a las 2 de la “madrugada” y ves ésto:
Por suerte los hoteles están preparados para generar una cierta oscuridad: blackouts, persianas y, en nuestro caso, … antifaces. La primer noche te dirás: “No lo necesito” y te acostarás con todo organizado (alarma incluída) para despertarte digamos… a las 8 hs.
Y cuando te encuentras en lo mejor de tus sueños, reviviendo las experiencias del día anterior o anticipándote a las que vendrán, un ligero parpadear en plena etapa de sueño MOR es suficiente para despertarte (y desvelarte) a las 5 AM.
La siguiente noche, probarás con el antifaz.
Otro de los temas interesantes para tener en cuenta es el de los mosquitos. No es un tema menor. Pensemos: 24 horas de luz + muchos lagos, costas y río + calor = una nube de mosquitos pequeñísimos se levanta desde las superficies de agua a la hora en que cae el sol. Y te acompaña… 24 horas.
Los mosquitos de la Laponia sueca son especialmente voraces aunque comprenden fácilmente el idioma químico de los repelentes en sus diversos dialectos (crema, spray, lociones, jabones, aerosoles, velas, etc). Es importante que no salgas sin alguna forma de repelente en la mochila (o varias): crema para las superficies de tu cuerpo que queden al aire libre y spray o aerosoles para esparcir sobre la ropa. Porque además, estos mosquitos son verdaderamente indiscretos, y se meten por debajo de lo que lleves puesto y se ensañan con tu cuerpo en los rincones más inesperados.
Todos estos detalles son mínimos al lado de la experiencia que vivirás.
Cuando el sol comienza a ponerse, lentamente, demorándose, queriendo quedarse, estés donde estés no podrás dejar de mirar al horizonte. Un horizonte que no llega a ser barrera, frontera entre el día y la noche, sino simplemente un descanso del brillo… pero la luz sigue allí.
He podido ver desaparecer el sol sueco en un horizonte urbano, ante la indiferencia de los miles de asistentes a un concierto. Desapareciendo detrás del puente sobre el río mientras la gente se aferraba a sus botellas recicladas de cerveza y la música sonaba.
He podido verlo desaparecer en un recodo de un lago verde que se tiñó súbitamente de dorado, mientras Lotta y yo compartíamos confidencias de mujeres en su poblado sami. Detrás de un grupo de pinos, desde un pequeño embarcadero de madera. Él y yo. Despidiéndose de mí, dejándome su luz con la promesa de volver en un par de horas.
Si quieres saber mas, puedes leer mas experiencias vividas en a Laponia sueca.
Fotos del viaje en nuestra cuenta Flickr.
1 Comentario
[…] criatura universal. Allà donde vayas puedes encontrarte con alguno o con nubes de mosquitos como las que me encontré en los confines de Laponia hace unas semanas. Es que salvo que vayas a lugares realmente muy frÃos, o que estés bastante […]