En ocasiones veo una carretera… y me empeño en seguirla sin plan previo. Así fue como conocí cinco pueblos de la Comunidad Valenciana para recorrer con calma. Tal vez no fue solo una carretera, sino varias, pero que me llevaron a descubrir una cara diferente de esta comunidad, cerca o lejos del mar (aunque nunca demasiado lejos), y con comarcas encantadoras.
Dice la canción que “Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor“. Y la verdad es que tanto la capital como sus pueblos cuentan con estas tres características. Bañada por el Mar Mediterráneo, la Comunidad Valenciana es uno de mis lugares favoritos al que suelo volver, perfil bajo, para recorrer despacio, conduciendo por ahí.
Sagunto
El punto de partida fue esta ciudad. A orillas del río Palancia y junto al Mediterráneo, encontramos a Sagunto. Un histórico castillo, declarado Monumento Nacional, protege la ciudad desde la época de los íberos y junto a él se conserva un impresionante teatro romano.
Si te pasas por Sagunto, también te recomiendo llegar hasta el puerto para probar alguna de sus playas y disfrutar del sol y del paseo marítimo… ¡y de un buen arroz!
Buñol
¿Cómo no pasar por la famosa casa de “La Tomatina“? Personalmente prefiero huir de las aglomeraciones y eventos multitudinarios, así que prefiero cualquier otro momento del año para visitar Buñol, salvo el último miércoles de agosto cuando la calle se tiñe de rojo.
Además de sentarnos a comer tranquilamente en sus calles mas tranquilas aún, tomarle el pulso al pueblo cuando es él mismo, también se puede visitar el castillo de Buñol. Esta antigua fortaleza cristiana data del siglo XI y XII y se encuentra a un paso del centro de la ciudad (y de la terracota donde comer un gran arroz con conejo).
Desde las alturas del castillo (asentado en una antigua fortaleza árabe), se tiene una amplia vista de la comarca que, seguramente, fue bien aprovechada por los vigías de aquellos reinos.
Alzira
La visita siguió hacia Alzira, tierra de naranjos. Situada al sur de la ciudad de Valencia y regada por el río Júcar, es conocida por su tradición fallera. De hecho, es una de las ciudades que exhibe los monumentos más destacados y ha conseguido que sus fallas sean Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Seguí los consejos que leí en el blog de Hertz y así llegué al Museo Fallero e hice un recorrido por el centro de la ciudad.
En los alrededores encontramos el Monasterio de la Murta (foto del inicio), fundado en 1376 en la parte más baja de un valle flanqueado por abruptas sierras.Justo en ese lugar sale a la luz el rio subterráneo que se puede ver por unos 50 metros antes de volver a desaparecer. El lugar está poblado de madroños, mirtos (la “murta” del nombre) y fresnos. Un paseo precioso.
Xàtiva
Otra ciudad histórica de las que me gusta visitar despacio, volviendo imaginariamente atrás en el tiempo, es Xàtiva. Cuna de los papas Borja, guarda grandes sitios donde “respirar” la historia.
Uno de ellos es su castillo, impresionante, o los palacios que encontramos entre sus calles o el Museo de l’Almodí, que en su momento fuera la lonja del trigo.
Ya sabes que me gustan los sitios arqueológicos y los paisajes inolvidables. Buscándolos llegamos a la Cova Negra, el yacimiento arqueológico más importante del Paleolítico Medio de toda la Comunidad Valenciana.
Bocairent
También al sur de la provincia pero a los pies de la Sierra Mariola, encontramos otro rincón encantador: Bocairent. Su casco antiguo esconde muchos secretos, al igual que les “covetes del moros”. Son 50 cuevas con forma de ventana que fueron construidas socavando agujeros en el barranco de la Fos. Recorrerlas es adentrarse en un laberinto cuyo origen y función sigue siendo un enigma.
Y así, en un claro ejemplo de slow travel, vamos desgranando pueblos y ciudades valencianas que vale la pena recorrer.