Nos sorprendió a todos. Apenas bajamos del avión en la ciudad sueca de Skelleftea, el calor nos asaltó con la fuerza que podría hacerlo en Málaga. Eran las 11 de la mañana y el sol brillaba en lo alto con fuerza en un cielo absolutamente azul.
Llegábamos a la puerta de la Laponia sueca y el clima benigno y hasta caluroso nos regaló las primeras sorpresas de una cadena de experiencias que nos dejarían con los ojos abiertos y asombrados a lo largo de toda nuestra estancia.
Ni rastro de frío, ni de nubes o lluvia, ni de “frialdad” o distancia con la gente del lugar. Uno a uno iban cayendo los estereotipos que pueden surgirnos al pensar en viajar al norte de Escandinavia. Los días y kilómetros nos descubrirían que Suecia tiene muchas caras, a pesar de simplificarlas desde la distancia en un genérico “escandinavos”.
Las primeras impresiones de este norte de Suecia me asaltaron a través de los sentidos. Un tema importante a considerar es el de la luz. Mucho se habla de la luz del Mediterráneo, sin embargo, la luz de Laponia es igualmente brillante y omniprescente.
Una luz brillante y clara, diferente pero igualmente intensa por lo que se impone de todas formas protegerte con gorrito, gafas y protector. Como si fueras a la Costa del Sol. Y no se limitan allí las similitudes. Te cruzarás por todos lados con las mismas personas que podrían estar en el Paseo Marítimo de Fuengirola o en cualquiera de los campos de golf malagueños de octubre a marzo: pieles blancas, ojos claros, bermudas, camisetas de manga corta, mujeres enfundadas en ropa deportiva celeste, rosa y beige, chicas con poca tela y mucha piel al aire, etc.
Es el verano sueco y los suecos lo viven intensamente. Corto pero tremendamente activo. Hablando con una de las personas que nos acompañaron, me decía que los suecos del norte, viven 10 meses de puertas adentro para vivir estos dos meses al 100%. Es el momento de socializar a tope, de salir, de participar de recitales y eventos que se multiplican cada día en las agendas de cada ciudad y pueblo.
Lo pude comprobar la primer “noche” en Laponia sueca, cuando fuimos a ver un recital de música dentro de la programación del Stadtfesten, la cita obligada de la música sueca durante el verano. Tuvimos el privilegio de ver en directo a Robyn, un ídolo para los suecos. Una pequeña mujer con una enorme energía en el escenario que sabe contagiar a sus miles y miles de fans incondicionales: familias enteras, niñas y niños tatuados que imitan su corte de cabello, generaciones que saltan al ritmo de Robyn, electrónico y pegadizo.
Gran ambiente… era la 1 de la “madrugada”. Pero me fui al final del día y queda mucho que contar de esa primer jornada en Laponia sueca.
A lo largo del año, Suecia se muestra como dos países igualmente atractivos aunque diametralmente opuestos en la experiencia. Quienes hemos podido probar y disfrutar el verano sueco nos volvimos a casa con las ganas imperiosas de volver para ver esta tierra vestida de blanco.
Por suerte, amigos como Quique, han vivido esta otra cara y nos lo cuenta para tentarnos a volver.
Les dejo con la música de Robyn
Disclaimer : viajé a Laponia sueca invitada porVisit Sweden (en español) y (en español) junto a un grupo de periodistas, fotográfos y bloggers
4 Comentarios
Justo leo este post a una semana para escaparme a la Laponia sueca. ¡Qué ganas!
Ostras qué suerte, estar por ahà y toparte con un concierto de Robyn ;)
Suecia es increÃble durante las dos épocas del año. Yo he tenido la suerte de estar en Laponia en invierno y es increÃble. Las mismas sensaciones ahora en verano… son dos paÃses completamente distintos.
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