Una de las mayores motivaciones que tuve al visitar México, era probar in situ la verdadera cocina mexicana. La real, la que se da en las casas y restaurantes del lugar. Y tuve la oportunidad de probar un plato único.
Una de esas cosas que se comen en México: larvas de hormigas o escamoles.
La gastronomía de los lugares que visitamos nos da mucha información y nos permite saborear la cultura del lugar. Mira bien la imagen. ¿Qué ves? A este plato le llaman el caviar mexicano. Tiene un sabor muy suave y agradable, una textura blanda al paladar, un dejo dulzón. Se les llama también azcamolli o huigues en diversas partes de México.
El origen de los escamoles se remonta a épocas prehispánicas, muy aprecidado por su alto valor nutritivo (con más proteínas que las carnes de vaca o de pollo) y su sabor muy fino. Se preparan fritos con mantequilla y epazote, con huevo, con salsas, en mixiote, con barbacoa, en tortillas, etc. Esta fina sensación en la boca debe tentarte para vencer un primer rechazo porque no son muy bonitos de ver. Pero vale la pena probarlos.
Repito: mira bien la imagen. ¿Qué ves?
Los escamoles son la huevas de la hormiga liometopum apiculatum. Su nombre proviene del náhuatl azcatl (hormiga) y mol (guiso).
Sí, señores. Larvas de hormiga, fritas en mantequilla. ¡Una delicia!
Y de hormigas bravas, según parece. Se trata de una especie sumamente agresiva y que para más dificultad, no se reproduce permanentemente como sus otras compañeras del mundo hormigal (?). Estas hormigas sólo se reproducen una vez por año por lo que la cosecha de escamoles es muy dificultosa. Y de allí su valor.
Las hormigas construyen sus nidos bajo la tierra, a varios metros de profundidad, principalmente en la base del maguey (ágave), en las nopaleras (tuna) o junto a los árboles de pirul. Para cosechar las larvas, no queda otra que meter el brazo en el hormiguero, tantear, y sacar un puñado de hormigas y larvas para separar unas de otras. Una vez extraídas las larvas del hormiguero se vierten en tinajas de agua limpia y se someten a dos baños consecutivos para evitar cualquier rastro de tierra o suciedad.
Como me sucedió con los gusanos de maguey… repetí.
Los probé en una magnífica mesa repleta de platillos típicos en la Zona Rosa de Ciudad de México. El restaurante se llama Fonda El Refugio y es un remanso de calidad y buen gusto en el corazón de la Ciudad de México. Si te interesa, dejé mas datos de este lugar en este enlace.
Nota: Esta visita a la Ciudad de México fue posible por una invitación de AeroMéxico y Room Mate Valentina. Muchas gracias.
1 Comentario
Yo tuve la oportunidad de probarlos en un restaurante que nos aconsejo un guía cuando visitamos Teotihuacan. Nos lo sirvieron con nopales (un tipo de cactus). La verdad es que nos sorprendió bastante por su sabor y su textura que no logro describir. Una experiencia que os recomiendo