el próximo viaje

Cuando te pones a buscar información en internet, puede pasarte dos cosas: o que no encuentres lo que busques y te pierdas en un océano de enlaces, o que encuentres “demasiado” y te sientas igualmente perdido. A mi me ocurre también en las plazas de comida, cuando tienes que elegir un plato entre tailandés, mexicano, tapas, china, parrillada, pizza, kebabs, etc. Y cada uno con sus versiones, menús, submenús, ofertas, agregados y más etc.

Entre tantas opciones, pierdo de vista lo que estaba buscando y termino quedándome con lo más conocido, accesible, o llamativo. Y así­ también es muy probable que no sacie mi necesidad y que termine tragándome algo que me indigeste. Hablo de comer en un centro comercial y de búsquedas en la red.

Vayamos a lo que í­bamos. Buscaba una opción de alojamiento rural para una semana de verano. Cuatro personas. Tranquilo pero con actividades para mantener ocupadas a dos adolescentes lejos del ordenador. Cerca pero que me permita desconectar de mi paisaje habitual. Económico, que la cosa está difí­cil. Bonito, porque prefiero rodearme de ambientes agradables. Vamos, lo que mas o menos buscamos todos: cerca pero no tanto, bueno pero no caro, bonito pero no aburrido.

Podrí­a haber varias condiciones más (que no tenga que cocinar yo, que tenga wifi, una piscina o agua cerca serí­a deseable,etc.) pero con estas primeras me alcanzarí­a para empezar la búsqueda. Y así­ llegué a Clubrural. Un buscador y web de reservas de alojamiento rural. Bien.

Busco casa rural o algo qué comer

Y vuelvo a sentir el vértigo de las mil opciones gastronómicas a mi alrededor.

En principio, el primer vistazo me dice que esta web tiene un aire… antiguo. Tal vez sea la elección de los colores, la diagramación, no sé. Acostumbrada a las webs más actuales, mucho más visuales, esta main me parece anticuada. Y ya sabemos cómo es el cerebro para estas cosas. Me pregunto: ¿La información también tendrá la misma “antigí¼edad”? No, no es así­ ya que las fichas de los alojamientos, las ofertas y servicios están actualizados, pero la imagen (maldita tirana) le susurra a mi cerebro otra cosa.

Bien. Mucha información, mucha, demasiada. En una misma pantalla: presentación, buscador, banners promocionales, un carrusel de ofertas (con sus respectivas fotos, descripciones, números gigantes), la llamada a dar de alta tu alojamiento (¡pero si soy un cliente!), más ofertas en la columna de la derecha (fotos, descripciones), y más ofertas debajo del carusel (enlaces, descripciones, números). Mucha información. Demasiada.

Aunque lea cada uno de estos “estí­mulos visuales“, siempre me quedará la duda de saber si hay alguna otra oferta mejor, otra casa rural u hotel más adecuado a lo que busco. En resumen: terminarí­a buceando en la web de todas formas. Por ello, lo que más me servirí­a encontrar es… un buscador completo.

Y por otro lado, las ví­as para estar comunicados, para actualizar la información, para hacerme amigo y estar siempre cerca (vamos, las redes sociales ya que hoy todos somos “sociales” en la red) aparecen arrinconadas abajo a la derecha, scroll mediante.

Buscadores: Menos es mas

Señor buscador: Déjeme que le cuente. Buscaba una opción de alojamiento rural para una semana de verano. Cuatro personas. Tranquilo pero con actividades para mantener ocupadas a dos adolescentes lejos del ordenador… Bla bla bla.

No quiero aburrirlo. Simplemente deme las herramientas para que encuentre en su web lo que busco. Lléveme intuitivamente hacia esa casa rural u hotelito que nos va a hacer felices 7 dí­as de nuestro verano en familia. Vaya preguntándome, paso a paso, para ir acotando la búsqueda. No me llene de información de golpe. No me sature al segundo de entrar a su casa con un recibidor rococó lleno de cuadros y carteles de ofertas. Inví­teme a pasar, a ponerme cómoda, a pedir lo que sueño encontrar allí­. Cuénteme todo lo podré vivir en mis vacaciones (para éso tiene un blog, muy bien y seguramente tendrá ví­deos y fotos bellí­simas). Y tráigame sus propuestas en una bandeja bonita, simple, sin esfuerzo, visual, tentadora.

Y habrá ganado una fiel usuaria.

¿Te gustó la foto de la ventanita azul? Es de Eduardo Estellez.