De tan famosa es como si ya la conocieras. Buenos Aires resulta familiar apenas llegas, sobre todo si has dejado en ella muchos momentos de tu infancia. Vuelves a caminar algunas calles, ves pasar los edificios y monumentos a través de la ventanilla del taxi. Más o menos la reconoces, a pesar del tiempo transcurrido. Y te propones entonces ver Buenos Aires como nunca, buscando esa instantánea que te muestre sus cambios, ese ángulo de una fotografía diferente.
Plazas, avenidas, edificios, monumentos, bares, museos, parques. Buenos Aires te muestra sus galas en las que descubres nuevas joyas que antes no existían. La ciudad ha cambiado, mucho, ahora un puñado de rascacielos se apretujan en Puerto Madero dibujando un horizonte diferente. Canales y puentes unen a este trozo antes olvidado de la capital argentina con el vértigo acostumbrado del microcentro.
Deambulando por allí cerca, a un paso de la Fundación Fortabat (colección de grandes maestros argentinos e internacionales con obras de gran valor), nos subimos al Humberto M buscando un nuevo punto de vista, una visión poco frecuente de la capital argentina: desde el río. Salimos a navegar por el Río de la Plata, el de “color león” que viera por primera vez Juan Díaz de Solís en 1516.El río más ancho del mundo que en sus 290 kilómetros de recorrido nace ya enorme en la confluencia de los ríos Uruguay y Paraná (dos gigantes americanos), para terminar llegando al Atlántico con una boca de 220 kilómetros de ancho. Ese río que, por no verse la otra orilla que se esconde más allá del horizonte, más parece un mar.
Navegamos 2 horas a lo largo de la costa de la ciudad de Buenos Aires y entonces sí, empezamos a verla desde otro punto de vista. Buenos Aires, tan de espaldas al río en su vida cotidiana,comienza a mostrarnos su belleza, su perfil recortado en un perfecto cielo azul (especialmente raro en esta primavera gris).
Recorremos el puerto de Buenos Aires, razón histórica por la que la ciudad fuera desde sus inicios el eje de la vida en esta parte del sur del Sur. Cuando Argentina era “el granero el mundo”, en la primer mitad del siglo XX, por aquí pasaba un enorme tráfico comercial. Hoy, su aire decadente nos habla de que el mundo ha cambiado mucho, y Buenos Aires con él.
Vamos descubriendo edificios conocidos pero desde el río: la baliza del Yacht Club, la Torre de los Ingleses, el Edificio Kavanagh, las nuevas torres que no paran de nacer, los silos abandonados, la terminal de cruceros, las líneas Tudor del Club de Pescadores al final del muelle, los aviones despegando desde Aeroparque.
Volvemos. El río muestra su carácter y nos zarandea un poco, sólo lo necesario para que no te confíes y estés atento. Para demostrar quién manda aquí: el “dueño de la pelota” es el Río de la Plata que se acerca y aleja, acariciando la cintura porteña con un abrazo líquido.
Y nosotros, sólo somos espectadores de esta relación de amor y desamor, tantas veces cantada en milongas, en mil historias de marineros e inmigrantes. Porque la ciudad tiene una relación íntima con el río, y se nos permite presenciarla en un paseo como éste para que descubras esa otra cara de Buenos Aires. Te lo recomiendo.
* Blog: El próximo viaje
* Instagram:
* Twitter:
* Facebook: .
2 Comentarios
[…] (desde donde zarpa cada día el Humberto M que os recomendamos en nuestro post anterior “Buenos Aires como nunca“. Aquí comienza uno de los nuevos escenarios porteños. Puerto Madero ocupa los 4 diques de […]
[…] Buenos Aires se divide en 48 barrios, muchos de ellos no son una opción de alojamiento para el turista. Sin embargo muchos otros tienen nombres que te sonarán porque tienen un fuerte atractivo para el visitante: San Telmo, Palermo, La Boca son algunos de ellos. […]