Todo niño tiene un gran sueño, para unos es viajar a la luna, para otros ser bombero, y para mi siempre fue viajar por todo el mundo, especialmente a la Antártida, ya que los documentales del comandante Cousteau y su nave Calypso por aquellas tierras (más bien habría que decir hielos y fondos marinos) me dejaron enamorado del Continente Blanco.
Soñé que un día viajaría a la Antártida siguiendo las huellas de los grandes exploradores que consiguieron grandes hazañas como Amundsen, el primero en llegar al Polo Sur, otros que pagaron con sus vidas el reto, como Scott, y otros como Shackleton y su tripulación, que lograron sobrevivir casi dos años a la deriva atrapados en los hielos antárticos.
En enero del año 2000 se plantó la semilla de vagamundos.net, mi proyecto vital viajero, en un viaje por Chile y Argentina de seis semanas.
Además de pasar del ardiente desierto de Atacama al frío inclemente de la Isla de Fuego, comprobé que en ambos lugares, que en aquella época no eran muy turísticos, proliferaban los cafés Internet, y en mi menté nació la idea de que sería posible dar la vuelta al Mundo ligero de equipaje con una mochila al hombro y sin más tecnología que una cámara, para luego contar el viaje online desde los cafés Internet que encontrara por el camino.
Después de la locura de los viajes a la Antártida para celebrar la entrada en el nuevo Milenio, me dijeron que podría encontrar viajes de última hora económicos a la Antártida desde Ushuaia en muchos de los barcos que hacían la navegación al continente blanco. “Económico” era 2.500€ por un viaje de 11 días, lo que estaba fuera de mi presupuesto.
El sueño de viajar a la Antártida se quedó “congelado” hasta 2003 cuando, ya convertido en un “vagamundos” profesional, un soleado día de febrero embarqué en Ushuaia en la parte argentina de Isla de Fuego, en el barco ruso Orlova de Quark Expeditions, para una ruta de 11 días hasta la Península Antártica, donde además de visitar varios lugares míticos de la exploración antártica, pasaríamos por las bases argentinas Almirante Brown y chilena González Videla, y por el extravagante museo antártico que han abierto los británicos en Port Lockroy.
Las experiencias vividas fueron todas muy intensas, tanto que es imposible condensarlas en este breve espacio. Si quieres saber como es nadar en aguas cercanas a 0º con un simple bañador o jugar un minipartido de fútbol con la camiseta del Superdepor, p como convencer a una foca leopardo de que tu zodiac no es comestible y lo mismo con un pingüino Adelia empeñado en degustar mi guante, o finalmente cómo gane el derecho ancestral a ponerme un pendiente en la oreja, lee el reportaje completo en Vagamundos.
Carlos Olmo es uno de los bloggers pioneros en esto de contar historias de viajes en la red. Nos ha querido contar cómo nació su viaje a la Antártida y quiero agradecer su generosidad al dedicar estas palabras a este Especial Argentina. Aquí se presenta a si mismo.
Mi nombre completo es Carlos Olmo Bosco, pero me llaman el vagamundos. Descubrí “la otra manera de viajar” a los 16 años, cuando di la vuelta a España con un amigo durante el verano de 1976, con 5.000 pta (30€) en el bolsillo, una mochila, un saco de dormir y unas ganas enormes de empaparnos de la “Nueva España” después de la muerte de Franco.
Desde entonces he recorrido unos 100 países (no llevo la cuenta), y sobre todo he aprendido a amar y respetar otras culturas y creencias. Mi espíritu viajero no se ha atemperado con los años, mas bien al contrario, crece mi necesidad de salir por el mundo a buscar nuevas experiencias vitales. Para mi lo más importante de viajar no son los paisajes, sino las “geografías humanas“.
Durante 20 años intenté compaginar mi carrera profesional en el sector informático con los viajes, pero finalmente estos ganaron la batalla y desde el año 2000 me dedico a “viajar para vivir” en vez de “vivir para viajar“, publicando mis experiencias viajeras en vagamundos.net y otras webs de contenido viajero-cultural, además de gestionar los concursos de relatos de viaje Moleskin y de fotografía El Fotón.
Leyendo “El principito” aprendí que el mejor viaje es el interior, pero hasta que encuentre el camino, seguiré recorriendo el mundo exterior, y narrándolo en directo gracias a vagamundos.net.
¡Gracias Carlos!
Todas las fotos son de Carlos Olmo.
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