Para ir a visitar a la Señora de Cao hay que asomarse a la extensa franja costera del norte peruano sobre el Pacífico y al entorno desértico de sus planicies secas, sus valles llenos de historia y sus pueblos coloridos. Territorio del antiguo Pueblo Moche o Mochica.
Para visitar el Sitio Arqueológico de El Brujo, donde se encuentra la Señora de Cao, hay que viajar a Trujillo o a Chicama. Desde Trujillo hasta el sitio, se recorre la Ruta Panamericana por algo mas de hora y media pasando por paisajes inolvidables. Son sólo 60 kilómetros pero el intenso tráfico de camiones en una carretera de una sola vía en cada sentido, mas el trasiego de gentes, animales y vehículos de todo tipo durante el camino y cuando se cruzan por los pueblos, demora la marcha.
Desde la ventanilla: árboles solitarios, montañas cargadas de minerales, altares al borde de la ruta, carteles políticos, calles de tierra, mototaxis coloridos y partidos de fútbol improvisados sobre la tierra.
A medida que asciendes en el mapa por la ruta, la geografía te enfrenta a valles transversales que siguen la vega de ríos que en ocasiones, solo podemos adivinar su presencia ante la falta casi total de agua en sus cursos. Esos valles sirvieron a las antiguas culturas para transportar sus bienes y culturas de este a oeste del Territorio del Tawantisuyo (y aún antes), hasta la llegada del hombre europeo. Es por eso que antiguamente se podían encontrar productos, frutas y objetos del este verde peruano, en zonas sobre el mar. Esta comunicación se cortó a partir del siglo XV, priorizándose el tránsito norte-sur-norte.
Nos dirigimos entonces al Valle del Río Chicama.
¿Dónde se encuenta la Señora de Cao?
La momia de la Señora de Cao se ubica en un museo especialmente construido para su exposición en el mismo sitio arqueológico donde fue encontrada en el 2006 (al menos esa es la fecha en que se dio a conocer el hallazgo).
El Sitio Arqueológico se llama El Brujo y está a escasos 2 o 3 kilómetros del pueblito llamado Magdalena de Cao: apenas un puñado de casitas en mitad de la planicie, entre la ruta y la costa sin mas urbanización alrededor. Pueblito que ya ha visto el impacto de los visitantes al sitio y donde se empiezan a abrir modestos puestos de comida y algún intento de tienda de souvenirs, aunque la mayoría de los visitantes pasará de largo por su única calle asfaltada (el camino obligado al sitio) sin detenerse, salvo un vistazo a su plaza.
Encontramos al sitio arqueológico El Brujo junto a la margen derecha del río Chicama, frente al océano. Incluye un par de huacas o construcciones piramidales con profundo significado místico: las huacas de Cao Viejo y Huaca Cortada, además de un conjunto de restos de la época prehispánica y colonial repartidos en una amplia área desértica de forma triangular.
El nombre de “El Brujo” se debe a que desde siempre, este lugar había sido el elegido por maestros curanderos y chamanes de los diversos pueblos que vivieron aquí para la realización de rituales chamánicos o mesadas.
En el mismo predio o muy cerca, se encuentran la huaca de El Paredón (de la época moche), Huaca Prieta, montículo que guarda evidencia de pobladores de la época pre-cerámica (3000 - 1800 a.C.), ruinas de una Iglesia católica del siglo XVI (alrededor del año 1580), construida por los sacerdotes de la orden de los Dominicos para contrarrestar la adoración a las antiguas huacas (la pirámide de Cao Viejo, por ejemplo). Fue uno de los primeros templos cristianos de la costa norte del Perú. Además, restos de un pequeño pueblo, de la misma época que la iglesia. De todo este amplio complejo, sólo puede visitarse el Museo y Huaca de Cao Viejo.
En la foto de inicio podemos ver la Huaca de Cao Viejo, donde se encontrara a la Señora de Cao, y los techos señalan los lugares donde se sigue trabajando y donde se encuentra el material en exposición al aire libre para protegerlo de los elementos. El amplio toldo cubre lo que antiguamente fue la Plaza Ceremonial de la pirámide. También se puede ascender por el costado norte de la huaca hacia la parte superior, para llegar a las estancias de los niveles altos (donde se halló la momia) y el patio de los rituales.
El Museo Cao
Junto al acceso al complejo arqueológico hay un pequeño grupo de dos edificios modernos de hormigón, recientemente construidos para albergar al Museo Cao, los servicios, y la tienda. El acceso a todo el complejo cuesta 10 soles para los extranjeros (unos 2,70 euros aprox).
En la entrada al museo deberás dejar bolsos, mochilas, cámaras fotográficas, teléfonos móviles, etc. en la consigna que muy gentilmente guardan “para proteger la integridad del patrimonio peruano” (?) O sea que de todo lo que veas en el interior, solo te quedará el recuerdo que se lleven tus ojos… y las imágenes a la venta en la tienda en libros, calendarios, postales, pósters, etc.
La colección del Museo de Cao está muy bien organizada y expuesta en un ambiente oscuro con iluminación puntual que acentúa el dramatismo del lugar, pero también ayuda a poner de relieve las piezas expuestas. Así se observa la cerámica tradicional de la cultura mochica, pueblo al que pertenece el complejo y que llegó a gobernar la Señora de Cao hacia el año 400 d.C. También podemos ver dioramas mostrando la vida del centro poblado y una maqueta de la huaca de Cao Viejo.
Pero claro, todos queremos ver a la momia de la Dama. Y allí está ella, con sus escasos 20 o 25 años vividos, pequeñita pero impresionante. Cubierta de tatuajes simbólicos y con todo su ajuar funerario expuesto en vitrinas a su alrededor.
La simplicidad de su exposición no hace mas que impresionar aún mas al visitante, imaginando a esta pequeña niña mujer, madura para su época, con tanto poder político y religioso como para mandar a un pueblo y sin embargo, dejando su vida al parir.
Dice la web del Instituto de Arqueología Peruana: “El deceso de la gobernante de la cultura mochica, aparentemente por complicaciones de parto, se produjo aproximadamente en el año 400 d.C., unos 150 años después del apogeo del Señor de Sipán, quien se considera el líder más antiguo que se conozca de esa región norteña del Perú. Los restos momificados de la mujer, de 1,45 metros de altura y entre los 20 y 25 años, estaban cubiertos por 18 collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y turquesa, treinta adornos de nariz de oro y plata, diademas y coronas de cobre dorado.
El cuerpo de la dama tiene tatuajes de serpientes, arañas, cocodrilos, monos, leopardos, abejas y mariposas, aún visibles, que representan la fertilidad de la tierra pero que también podrían indicar sus dotes como adivina. La preservación del cadáver, así como de algunas vestimentas, fue posible porque se le untó con sulfato de mercurio, una sustancia venenosa para las bacterias que podrían haber deteriorado el cuerpo. Se piensa que la Señora de Cao trabajaba en algo que tendría que ver con política o religión por sus tatuajes de arañas y serpientes en los brazos.”
Ver el trabajo detallado de los artesanos que hicieron su ajuar, impresiona. Recuerdo especialmente uno de los collares: una cadena de arañas de finísima confección con hilos de oro tejiendo cada pata, cada cuerpo, cada detalle de los bichitos unos enganchados a otros para formar un arco esbelto que llegaba desde la base del cuello hasta la mitad del pecho. Bellísimo.
La Huaca de Cao Viejo
Saliendo del museo hay una pasarela de madera que dirige a la huaca con un par de carteles donde se explica la importancia de este lugar, y los componentes del complejo. A un lado de esa pasarela, se pueden ver restos mochicas casi a flor de tierra. Retazos de textiles que se mecen con la suave brisa que viene del mar. Increíble. Queda por excavar aún casi la mayor parte de lo que esconde esta tierra seca y rica.
Se llega a nivel de la Plaza Ceremonial para poder ver el perfil de la pirámide, los restos del Recinto Ceremonial, los murales policromos que decoran los distintos niveles de la pirámide escalonada que compone la huaca. Por una escalera se accede al nivel donde está la rampa y por ella se desciende para ver de cerca el trabajo de esos muros, el esmero en la decoración simbólica con figuras que veremos en otras huacas. En los distintos escalones se representan hileras de figuras humanas, una junto a otra: los Prisioneros, los Bailarines, el Aiapaec o Decapitador (con un tumi en una mano y una cabeza cortada en la otra).
Rodeando la pirámide, se asciende a la zona mas privada, reservada para los mas poderosos del pueblo. Allí en una estancia de paredes coloridas fue hallada la momia de la Señora de Cao, junto con todos sus tesoros. Las paredes de estos ambientes son mucho mas reducidos, ya que estaban hechos para albergar a un puñado de personas. Desde lo alto, en una suerte de balcón, se ubicaba los sacerdotes y grandes personajes para mirar los rituales que se desarrollaban en la Plaza Ceremonial, varios niveles debajo de sus pies.
Para que tengamos una idea de la dimensión de la Huaca de Cao, digamos que tiene 120 metros de largo por 100 metros de ancho por 31 metros de alto. Cada uno de sus niveles escalonados, se eleva casi 3 metros sobre el anterior. La Huaca estuvo viva por mas de 5 siglos, entre el II y VIII después de Cristo, y en ese tiempo tuvo 7 remodelaciones. Estos cambios se sucedían cada determinado tiempo siguen una milenaria tradición peruana: construir sobre el antiguo edificio uno nuevo, tapando previamente el anterior (acción llamada “entierro ritual”), pero repitiendo estrictamente el modelo del anterior.
En Huaca de Cao se han identificado 7 niveles, o sea 7 entierros rituales, o sea 7 edificios similares: uno encima del otro. Es una de las grandes maravillas de la arquitectura prehispánica en las Américas, en este caso de la cultura Moche. Las huacas encierran aún muchos secretos. Volveremos a algunas otras que pude visitar en mi último viaje a Perú.
Puedes ver mas fotos de mi visita a la Señora de Cao en Flickr.
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