Si tuviera que elegir una obra, una única pieza que sintetizara para mí el Museo del Louvre sería, sin dudas, la Valeria de Samotracia. Esa imagen imponente y tan bien expuesta en todo su esplendor y poderío, en el video que hoy comparto.
En él, puedo fácilmente meterme en la piel de esta chica de ojos asombrados color cielo, y recorrer a solas las grandes salas del Museo del Louvre. Pasearme por la galería de esculturas y rodear la famosa “Venus“, meterme en la sala de pintores italianos, sentarme frente a las monumentales obras de David y escrutar a gusto cada detalle de la “Coronación de Napoleón“.
Aún recuerdo la primera vez que caminé por la Grande Gallerie, cuando tuve que sentarme unos minutos al sentir que me temblaban las rodillas ante tanta belleza. En aquella primer visita, las obras entorpecían el acceso ocultando lo que poco después se presentaría como toda una revolución: la entrada subterránea, la irrupción de la arquitectura de cristal en el corazón del clasicismo francés, de la mano de Pei y su Pirámide.
Volví. Varias veces. Y siempre, en cada visita, mis ojos volvieron a asombrarse como los de esta chica.
1 Comentario
Qué pasada, con la de gente que suele haber cada día en el Louvre es un auténtico privilegio.