Uno de los paisajes más bellos que recorrí en mi viaje a Bretaña, Francia, es el de la Costa de Granito Rosa. Un trozo de la costa que se visita a partir de Perros-Guirec (que ya de por si merece una visita) y que incluye un parque de rocas que sigue la línea del mar. En este paseo se pueden observar las formas que la erosión fue creando con el tiempo.
La caminata te lleva hacia una de las puntas que se internan en el mar, y en cada revuelta del sendero te encuentras con mil posibilidades de conseguir una foto espectacular. En la que ilustra este post, vemos, por ejemplo, el pequeño faro de Mean Ruz al que puede accederse durante todo el año. A su lado hay una casa particular, una verdadera mansión, que es habitada durante algunas fechas del año en las que el paso se restringe, pero rodeándola puedes llegar a pie del faro.
Dejo aquí lo que publiqué sobre la Costa deGranito Rosa en Diario del Viajero.
Hay costas especiales, en las que la Naturaleza se ha esmerado para sorprender al viajero con paisajes únicos. Una de ellas es un sector de la costa norte de Bretaña, en Francia, conocida como la Costa de Granito Rosa.
Una formación de roca granítica cargada de óxido de hierro que aflora en el interior en magníficas minas a cielo abierto de donde sale un granito rosado con minúsculas pintitas negras que han decorado los mas finos muebles de la Belle Epoque, palacios y escalinatas de recónditas cortes y miles de encimeras en cocinas de todo el planeta. Todo salido de este pequeño rincón francés cercano a Perros-Guirec.
Pero el espectáculo mas asombroso se encuentra cuando la roca llega al mar y se hace escultura.
Los bloques se levantan sobre la rompiente de espuma blanca (mar apurado y fuerte, vecino del Canal de la Mancha) en formas orgánicas, de aristas redondeadas que permiten adivinar el perfil de una bruja, un nido, una pareja, un niño.
En la superficie, una amplia zona de reserva de biosfera, la primera en establecerse en Francia y por pedido expreso de los habitantes del lugar. Con senderos perfectamente marcados de forma que no entorpezca el normal desarrollo de la flora y fauna autóctonas y accesible en un 95% a visitantes con discapacidad motora.
Vagabundeando entre senderos, asomándonos a las salientes tel mar, parando en los balcones naturales o en las minúsculas calitas, llegamos hasta el faro que vemos en la foto, con una casa particular como último testimonio de cuando esta tierra fuera privada.
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1 Comentario
Me encantan esos paisajes marineros de Bretaña francesa, son muy salvajes